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Aguas abiertas

Mario Podestá se refirió a la presentación de su libro y a algunas de sus grandes proezas en el río

Días después de la presentación de “El Delfín de Baradero”, entrevistamos a su protagonista, Mario Elvio Podestá, que le contó a Pasión Deportiva sobre el libro, cómo fue tomando forma el proyecto y con qué intenciones, y por supuesto no faltó oportunidad de rememorar su etapa cómo deportista y sus hazañas.

El pasado domingo 6 de diciembre, en las instalaciones del Club Regatas, se llevó a cabo la presentación del libro de Mario Elvio Podestá, “Desafíos del Delfín de Baradero”, una historia llena de sacrificios, riesgos, incertidumbres y alegrías. Un lindo evento que convocó a una buena cantidad de gente y en el que el reconocido raidista local fue reconocido con una placa y un presente por parte de Regatas y el equipo Máster Natación Baradero.

-¿Cómo fue la presentación del libro? 

“Primeramente quiero dar gracias al Club Regatas que nos permitió realizar esto que venía esperando desde el mes de abril y a toda la gente que trabajó para que se pudiera realizar; el objetivo creo que fue cumplido. La idea era dar a conocer qué es un raid, qué se siente, cómo es la preparación, cómo se arma un equipo, no es solamente ver pasar a un nadador por el río, la idea era esa y poder llegar al deportista para que sepa cuáles son los límites, hasta dónde podes exigir el cuerpo, dar la experiencia vivida en esa etapa de mi vida”.

-¿Cómo fue que surgió la idea de escribir “El Delfín de Baradero” y cómo fue todo el proceso?

“En realidad la idea nace porque cuando yo me dediqué a esto busqué información y no había. Tuvieron que transcurrir muchos años, raid, experiencias, buscando cómo el cuerpo podía soportar más horas y más kilómetros, cada año era una experiencia distinta, era ir cambiando cosas para lograr objetivos que la mayoría fueron sacrificios y no lograr las metas. En el libro se cuentan las tres más importantes, al día de hoy lo que es unir el puente subfluvial con el puente de Zárate sigue siendo una prueba no igualada. La idea era dejar para que el deportista que quisiera entrar en éste tipo de deporte tenga un lugar donde recabar información y darle a conocer todos los pormenores e incentivarlos a que el médico esté permanentemente al lado del que hace cualquier tipo de ejercicio, uno debe estar controlando muy en serio el físico porque a la larga cuando uno esfuerza demasiado el cuerpo te pasa factura”.

-¿Cuáles son los principales puntos que tiene que tener en cuenta una persona que quiere iniciar en ésta actividad?

“Es un deporte que te lleva a situaciones límites donde vos te das cuenta que pasas a otra vida y tenés esos límites entre la vida y la muerte, hay que preparar el organismo todo el año con entrenamiento a conciencia y con muy buena preparación en lo que respecta a la alimentación. Por eso digo que yo cometí muchos errores y hoy los puedo decir para que si viene alguien detrás no los cometa y ahorre tiempo en ir buscando experiencia, es muy probable que lo que yo puedo transmitir con el libro no sea lo justo que debe hacer otro porque todos los físicos no son iguales, pero sí pueden tener un avance. Cometí errores y gracias a los médicos puedo contarlos y puedo estar acá”.

– ¿Cómo ve usted al deporte actualmente en nuestra ciudad? y ¿Qué cree que se debería hacer para fortalecerlo?

“Creo que están trabajando, lo que pasa es que hemos tenido un año muy complicado y todavía seguimos complicados, eso hace que la preparación física de un deportista no encuentre el tiempo ni los lugares necesarios. He visto trabajar mucho en el río con remos, creo que hay un entusiasmo muy grande en las piletas, hay profesores trabajando muy seriamente, creo que está enfocado como para lograr un desarrollo y para eso es necesario empezar a confirmar hacer eventos”.

-Hace un rato nos contabas de las tres principales hazañas que has realizado en el río y una de ellas que hasta el día de hoy no se ha podido superar, ¿Qué más nos podes contar?

“Las pruebas generalmente eran Rosario – Buenos Aires o Santa Fe – aguas abajo, generalmente llevaban más de 60 horas, en sí la que está en el libro es la más larga que fueron 498 kilómetros en 74 horas y media. Y en un tramo de casi tres días pasas situaciones de alegría, situaciones amargas, por momentos te supera el hambre, el frío, dolores, pasas situaciones muy delicadas con el cuerpo porque a lo largo del año vas acumulando grasas para que eso sea el alimento que vas a ir teniendo, ya que comidas sólidas no podía consumir porque me descomponía. Mi alimentación era ácido glucosado y jugo de naranja, eso hacía que pierda muchos kilos que era lo que había acumulado durante el año, que eran 15 o 20kg. Esas grasas cumplían dos objetivos que eran la alimentación del organismo y la frazada que teníamos para ir superando la baja de temperatura que iba teniendo el cuerpo al estar sumergido en aguas de 24 grados. Eran situaciones muy delicadas  donde solamente se iba a ir superando tratando de no pensar en eso en el momento en el que aparecían y después las situaciones límites cuando uno se duerme y desaparece de la superficie, es algo que la naturaleza es muy perfecta y el cuerpo te va presentando situaciones de cómo salir de esos momentos tan graves. El hecho fundamental de poder pasar el río Baradero todo nadador lo recordaba, la gente en el puerto local era lo que hacía que los nadadores saquen fuerzas para poder llegar al Paraná donde iba a encontrar aguas templadas. La gente tal vez solo iba a aplaudir o gritar al ver pasar a un nadador y sin darse cuenta lo necesario que era esa concurrencia, no puedo explicar de dónde se sacan las fuerzas, pero el hecho de escuchar esos aplausos y gritos, a pesar de que ya la vista no te permite divisar los rostros porque ya venía con la vista en tinieblas, pero el hecho de encontrarse con toda esa gente te saca fuerzas. Y eso hace que cuando te vas alejando del puerto de Baradero y vas quedando nuevamente en soledad y más en las noches que empiezan los momentos críticos, recordás ese momento, esos pocos minutos y te salen fuerzas y salís adelante. Recordás todo eso que queda gravado en los oídos y se te llenan de lágrimas las antiparras, eso no se olvida más y hasta llegar a la meta lo tenés presente, son los momentos más sentidos”.

 

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